En Barrio Abajo las paredes hablan. Cuentan la historia de un barrio que nació frente al río; un barrio de comerciantes, navegantes y empresarios. Uno que tuvo un crecimiento espontaneo y que vivió grandes periodos históricos, inmortalizados en las edificaciones que hoy conforman su paisaje urbano, considerados por la comunidad como joyas de la arquitectura.
La sana convivencia se manifiesta en el barrio a partir de un conjunto de prácticas con un fuerte componente lúdico, que les permite los participantes desarrollar un sinnúmero habilidades físicas y cognitivas. Las esquinas, como lugares de encuentro e intercambio, han posibilitado que los juegos se consoliden como prácticas patrimoniales.
Las manos que atizan los fogones y dan palote a las ollas, son de las mujeres y los hombres que por años han decidido rendir homenaje a su herencia culinaria. Son las vidas de familias que llegaron al barrio y desde entonces no han dejado de transformar los alimentos para cocinar singulares preparaciones, de aromas, colores y sabores que evocan, principalmente, lo afro en Barrio Abajo.
Los ritos y rituales hacen parte del calendario cultural del bajero. Lo festivo y lo sacro se mezclan para ponerle ritmo a la vida y generar así un escenario propicio que acerca a los feligreses a un encuentro con lo espiritual. Las calles se convierten en las arterias que dan vida a la procesión de santos y vírgenes como expresiones de la cultura popular.
Los sonidos del Caribe retumban en los cuerpos de los danzantes y músicos que por años han gozado las carnestolendas. Millo, puya, mapalé, fandango y porro son algunos de los ritmos que nutren el espíritu fiestero de quienes hoy son reconocidos como líderes de la tradición. Gracias a su labor, Barrio Abajo goza de diversas expresiones relacionadas con estas fiestas.
Con los años, el paisaje y la vida cultural de Barrio Abajo se ha transformado. Sin embargo, aún permanece en la memoria colectiva la nostalgia por algunos sectores que en épocas pasadas gozaron de gran popularidad y aceptación; lugares donde alguna vez se cultivó la historia de una comunidad que nació frente al río.
El manejo que hacen los gestores de materiales como la madera, el totumo, el yeso, los textiles y el caucho para la elaboración de objetos de uso cotidiano y festivo, es un aspecto fundamental en el panorama cultural de Barrio Abajo. La labor que desempeñan quienes son reconocidos como artesanos, goza de gran reconocimiento en la ciudad y el departamento del Atlántico.